“Blade Runner” y la ambiguedad del héroe

Siempre me ha gustado ver las películas más de una vez. Ya que la expectativa ha pasado y la novedad se acabó, finalmente puedes apreciar lo que el director y su equipo han querido decir,  o por lo menos el mensaje que finalmente quedó marcado en el filme. “Blade Runner” es una película que he visto más de 10 veces. Pero entre las dos últimas repeticiones pasaron 10 años. La emoción de ver la secuela, ahora con su estreno en digital, me hizo querer ver la original una vez más y así estar fresco para lo que la segunda parte presentara.

Pero mi revisita a este clásico fue un shock. En mi inconsciente, Deckard, el personaje interpretado por Harrison Ford, siempre fue el héroe, el bueno, el único capaz de detener la amenaza de los “replicants” o humanoides cibernéticos encaprichados con la rebelión. He estado equivocado todo este tiempo, o por lo menos, ver la película de nuevo me ha dado una nueva perspectiva a la increíble historia que presenta. Si lo piensas bien, los “buenos “ en realidad son los androides. Han sido creados de manera controlada, limitando y delimitando su existencia desde su elaboración. Han sido utilizados por décadas como esclavos, como carne para trabajos forzados, vicios carnales y experimentos. Se les ha dotado de emociones y recuerdos falsos para hacerles “más humanos”, pero indiscutiblemente son considerados mucho mucho menos. Y más cuando deciden levantar una revolución y empezar a luchar por su libertad. En ese momento ya no son ni siquiera esclavos, son una plaga que se debe eliminar. Uff. Si lo piensas bien, su lucha por la libertad es extremadamente válida. Han sido oprimidos desde nacimiento, marcados como mercancía desde cero. Las circunstancias les llevaron a la violencia, a matar por ser libres. Si dejamos por un segundo el mundo de la ficción y revisamos la historia de la humanidad, algo muy similar ha marcado todas las revoluciones. Es decir, de vuelta en la ficción, los replicants no son “malos”. Han sido orillados a sobrevivir.

Es entonces cuando la imagen de uno de los héroes de mi infancia se ve quebrantada. Deckard, el blade runner, es un sicario pagado por una corporación. Un asesino reclutado por la propia policía para hacerse cargo del trabajo sucio. Y definitivamente no es un hombre malo, él tiene que aguantar las pesadillas y la carga emocional que implica el andar cazando y matando por unos billetes. Su percepción del mundo da un giro completo al enamorarse de un androide. Su percepción cambia cuando el villano, el androide más temido, le perdona la vida y le confiesa que tiene miedo de morir. Es decir Deckard se ha dado cuenta que los replicants son como nosotros, que somos iguales. Dentro de la ficción, el saber que son androides, robots, máquinas, nos ayuda a desensibilizarnos y alejarnos de lo terriblemente similar que esta historia es con el mundo real, con la historia de la humanidad, con lo que sucede el día de hoy, en el año 2018, en muchísimas partes de nuestro planeta. Se nos es tan fácil satanizar a razas, pueblos, preferencias, simplemente porque no coinciden con nosotros, o peor aún, porque de aceptarlos como iguales ya no serían útiles para nuestras necesidades. Debo a admitirlo, “Blade Runner” siempre fue una de mis películas favoritas. Pero fue hasta la undécima vez que la vi que me di cuenta de lo profunda que puede ser. Un clásico que definitivamente vale la pena ver varias veces.

“Blade Runner” es una pelicula de 1984, dirigida por Ridley Scott y estelarizada por Harrison Ford, Sean Young, Ruther Hauer y Daryl Hannah. Pueden comprarla digital en iTunes y Google play. 

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